Indagación sobre la felicidad en los objetos (capítulo 1)
El inconveniente de la creencia en la
felicidad dependiente de los objetos es que la vida no es permanente. Todos los
objetos, incluyendo la mente y las emociones de todos los sujetos, están en un
estado de cambio constante.
Además, si pudiéramos alcanzar la felicidad
permanente a través de la posesión y goce de objetos, una vez que hemos
alcanzado nuestro objeto deseado nunca surgiría el deseo por otro. Y viceversa, si la felicidad
permanente fuera el resultado de la remoción de un objeto, nunca haría falta
remover otro.
Pero la experiencia nos muestra que el deshacernos de un objeto
que no queremos no impide que otro aparezca. Además, continuamos deseando
objetos, a veces con más ardor, cuando los poseemos y gozamos.
Quizás quiera más de objeto en
particular, o menos, o algo totalmente diferente. La satisfacción de mis deseos
y la remoción de mis miedos no me brindan satisfacción permanente. Por ejemplo,
la gente que asocia la felicidad con un objeto en particular, digamos un estado
mental inducido por el alcohol o las drogas, trata de alcanzar ese estado una y
otra vez, llegando al punto (y a veces superándolo) en que el objeto ya no
brinda placer.
Nadie se siente permanentemente
satisfecho con un buen encuentro sexual u otro objeto o actividad que supuestamente
produce felicidad. En realidad, los objetos y actividades que producen
felicidad frecuentemente producen sufrimiento repentino. Una vez que alcanzamos
un objeto dejamos de valorarlo y queremos otro. O aunque la valoración por el
objeto no cambie, el objeto eventualmente cambiará y me se llevará consigo mi
felicidad.
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